Preocupaciones de ayer y hoy

"En este mundo complicado, cada uno tiene sus propias preocupaciones, y no son las mismas para todos." 

Como sostiene el narrador de la leyenda que les compartimos a continuación, en este mundo cada uno tiene sus preocupaciones. En cada caso son diferentes, para unos será el trabajo, para otros el amor, la familia... En esta ocasión la protagonista de la historia tiene la misma preocupación que muchas de las personas que vienen a Fecundas: la imposibilidad de concebir.
En tiempos pasados, la explicación o resolución del conflicto venía de la mano de lo mágico, lo celestial. Si era la voluntad de los dioses, pues se daría.
Hoy en día, tenemos la ciencia de nuestro lado. Ella nos ha permitido conocer muchos misterios del cuerpo humano. La fertilización asistida es un conjunto de técnicas que permiten y ayudan al desarrollo de la fecundación allí donde no se produce de forma natural.
La preocupación de ayer y de hoy puede ser la misma, pero hoy tenemos muchas herramientas a nuestro alcance para lograr conocer a nuestro bebé.


El tinkul mágico*
Leyenda de los mayas, pueblo originario de México, Guatemala, Honduras, Belice y El Salvador

En este mundo complicado, cada uno tiene sus propias preocupaciones, y no son las mismas para todos.
En el reino maya, en el pueblo Kabah, una mujer sabia, adivina y ya mayor, seguía llevando consigo la misma pena que la había hecho sufrir toda la vida: no podía tener hijos.
(...)
La anciana de Kabah le rogaba todos los días al dios de la fecundidad, el gran Chic Chan, que le permitiera tener un hijo a pesar de su edad.
Un día entre los días, el dios Chic Chan apareció ante la mujer.
- Hija mía - le dijo-. He decidido aceptar tus ofrendas y responder a tu ruego, Debes ir al estanque de la cueva donde ponen sus huevos las tortugas. Cuando encuentres un huevo distinto de todos los demás, tráelo a tu casa y cuídalo como si fuera tu hijo.
La mujer fue a la caverna, revisó todos los huevos de tortuga que encontró por allí, y finalmente encontró uno muy grande, diferente de los demás por su color y tamaño. Con mucho cuidado lo llevó a su casa y allí lo envolvió con un tejido grueso para protegerlo. Todo el día estaba pendiente de su huevo y por la noche se lo llevaba a dormir con ella, para mantenerlo calentito junto a su cuerpo.
Una mañana se despertó de mal humor: el llanto de un bebé no la dejaba seguir durmiendo. Pensó que debía ser el bebé de su vecina. Buscó en la cama su querido huevo, pero no lo encontró: ¡en su lugar había ahora un bebé que gritaba de hambre! Llorando de felicidad, la anciana le fue a pedir a su vecina que por amor y por caridad dejara mamar a su bebé. Lo llamó Ez, que significa "encantado".
(...)



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* Versión de Ana María Shua, extraída de su libro Guerra de Serpientes

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